La salud mental de
la familia o más bien dentro de la
familia es un tema delicado que arroja diferentes perspectivas, dependerá del
entorno y todo lo que este implica, de la sociedad y lo más importante lo que
en general consideremos normal o salud mental.
El psicólogo Sergio
V. Collins en su libro LA FAMILIA Y LA SALUD MENTAL (pagina 53 ) define la salud mental como “El recurso que permite a los padres trabajar
con dedicación para aportar los ingresos necesarios. Es el instrumento que les
permite tener paz, alegría, felicidad y responsabilidad en el hogar, para que
los hijos puedan desarrollar su potencial físico, emocional, afectivo y
espiritual”.
Según Wikipedia La Organización
Mundial de la Salud establece que no existe una definición “oficial” sobre lo que es salud mental y que cualquier definición estará
siempre influenciada por diferencias culturales, suposiciones, disputas entre
teorías profesionales, la forma en que las personas relacionan su entorno con
la realidad.
En cambio, un punto en común en el cual coinciden los teóricos es que
“salud mental” y “enfermedades mentales” no son dos conceptos opuestos, es
decir, la ausencia de un reconocido desorden mental no indica necesariamente que se tenga salud
mental y, al revés, sufrir
un determinado trastorno mental no constituye un impedimento para disfrutar de
una salud mental razonablemente buena.
Las familias
igual que las personas pueden ser evaluadas de acuerdo a su Salud Mental. Una
buena Salud Mental familiar tiene relación con el funcionamiento o
funcionalidad de la familia. En la medida que la familia presenta ciertas
condiciones que le permiten funcionar bien y hacen que sus miembros se
desarrollen y se sientan bien, podemos decir que posee una buena Salud Mental.
La psicóloga chilena
Ximena Santana, ofrece una lista para identificar una familia "Sana" o funcional posee
en general las siguientes características:
1.
Tiene ciertos sub-grupos o sub-sistemas claramente
distinguibles como por ejemplo los padres, los hijos, la pareja. Aunque esta
última no es un subgrupo sino un grupo aparte que se encuentra al mismo nivel
de importancia que la familia. Cuando estos grupos tienen clara su función y
entre ellos existe una buena comunicación y relación, la familia tiende a
funcionar adecuadamente. Por ejemplo cuando los padres toman juntos decisiones
sobre las reglas, premios y permisos de los hijos, y comunican adecuadamente
esto a los hijos. A veces los padres, de acuerdo a su estilo democrático o más
autoritario definen si los hijos pueden o no opinar sobre las reglas o negociar
algo en la decisión final. Esta decisión sigue siendo de los padres y son ellos
los responsables últimos de que hacer respecto a las reglas y permisos.
2.
Existen límites claros y flexibles entre los grupos y
entre los miembros de la familia. Esto significa que cada uno se preocupa de
respetar los espacios físicos o de tiempo de los otros (por ejemplo no tomar
las cosas de los otros sin consultar o no molestar si está en el baño.),
pero entendiendo que esto puede variar ocasionalmente cuando los otros tengan
necesidades importantes.
3.
Está bien definido el poder y la jerarquía. Esto
quiere decir que todos tienen claro quienes o quien define las cosas en qué
momento y cual es el orden de los que podrían hacerse cargo, sí él o los de más
autoridad no están. Por ejemplo en una familia en que ambos padres comparten
las decisiones y en caso de no estar los dos dejan a cargo al hijo mayor. Esto
debe quedar claro para todos los miembros de la familia.
4.
En la familia hay un clima de afecto y aceptación que
permite que los miembros expresen lo que sienten, sin temor al rechazo. En
estas familias las personas se sienten consideradas y aceptadas aunque a veces
opinen distinto a los demás. Son familias en que todos se sienten, por lo
general, queridos y sienten que quieren a los demás, aún cuando puedan estar
enojados o tener diferencias de opinión frente a algún tema.
5.
Se establecen vínculos profundos entre los miembros de
la familia. Esto quiere decir que la familia conversa de los valores, creencias
y metas personales, incentivando a todos y en especial a los hijos, a tener un
proyecto personal de vida. Esto último siempre tiene que ver con los valores y
la forma de ver el mundo que comparten como familia. De esta manera lo que se
generó como un espacio de crecimiento para todos, permanece y deja huella en
cada uno de los miembros.
6.
La vida familiar está sujeta a constantes cambios que
generan pequeñas crisis de crecimiento por ejemplo: el nacimiento de nuevos
hijos, la adolescencia de los mismos, el proceso de separación de los hijos ya
adultos y la vejez. La capacidad de la familia para aceptar y asumir los
cambios es un factor determinante para una buena salud Mental Familiar.
Existen familias que no logran un equilibrio o
estabilidad y no son funcionales. Estas familias presentan síntomas que acusan
una disfunción o problema. Los síntomas más extremos pueden llegar a ser: La
Drogadicción, el Alcoholismo de algunos de sus miembros o la Violencia
Intrafamiliar. Cuando estos síntomas se presentan o han existido durante un
tiempo en forma encubierta, siempre nos encontramos con familias que tienen una
relación disfuncional o "enferma". No son las personas que presentan
los síntomas los enfermos, sino que el problema o enfermedad está en la relación
que ellos tienen como familia. Por ello es tan importante su detección y
derivación a especialistas (Terapeutas Familiares, Psicólogo, Médicos,
Psiquiatras y otros trabajadores del área social, en conjunto).
Se pueden describir algunas características que son comunes en las familias que
tienen este tipo de problemas en su relación. Esto permite detectar más
tempranamente las dificultades, antes que los síntomas hagan su aparición.
Algunas de las alteraciones en las relaciones son:
1.
Problemas a nivel de la pareja que se traspasan a los
padres. Normalmente los problemas de pareja sin ignorados y se asumen como
problemas frente al manejo de los hijos o de la casa y uno de los miembros de
este sistema "padre" es constantemente descalificado o negado por los
otros y por las relaciones que este otro tiene con los hijos. Por ejemplo
cuando el padre es muy poco considerado y descalificado por la madre, por los
hijos por su constante ausencia y falta de compromiso con la familia.
A su vez este padre no se siente cómodo ni involucrado fuertemente en la
relación. Como nunca ha estado presente los demás no lo consideran y está como
de sobra, por eso mismo él se margina más. En estos casos la madre suele ser
muy poco eficiente en poner reglas y límites porque pone a los hijos al nivel
de adulto, al comentarle sus problemas con el padre. Después carece de la
autoridad para poner normas a un hijo con el cual ha establecido una relación
de amistad como de igual a igual. Sí intenta tratarlo como hijo nuevamente el
niño se confundirá y se sentirá muy incómodo. Esto inevitablemente acarreará
otros problemas en las relaciones entre todos.
2.
Ligados a este último aspecto están los problemas que
se generan en las familias cuando se dan ordenes, tareas o reglas que son
contradictorios con otras o que no son congruentes entre sí.
Siguiendo con el ejemplo anterior cuando la madre luego de usar de confidente
al hijo, lo manda e intenta ejercer autoridad sobre él. El niño no sabrá cual
de las relaciones es la que él mantendrá establemente con su madre: si hijo o
amigo. Por lo tanto no sabe qué hacer frente a una orden que lo define como
hijo.
3.
También aparece como un problema frecuente el incluir
a otro miembro de la familia en el problema de relación que antes era de dos.
Tomando el mismo ejemplo: un problema (que inicialmente tenía que ver con la
pareja y la no equidad en la repartición de tareas y poder), es encubierto por
el conflicto entre madre e hijo. La no aceptación de autoridad de la madre por
parte del hijo, que sirvió de confesor y amigo de la madre, frente al problema
de esta con el padre se transforma en el problema principal (rebeldía del
adolescente).
4.
Un problema muy frecuente en las familias es la
rigidez con que se asumen las tareas y expectativas de conducta para los
hombres y las mujeres. Es lo que corrientemente llamamos machismo. Genera
relaciones en que uno está en una situación de poder por sobre el otro y si
este no responde a las expectativas, el de más poder lo niega como persona,
descalificando sus definiciones u opiniones. Finalmente se hace uso de la
fuerza física o psicológica para lograr que el otro haga lo que esa persona con
más poder, considera lo correcto. En estas situaciones hay tres elementos
importantes: La disputa de poder, la negación del otro y el uso de la fuerza
como un método válido para resolver las diferencias, logrando que el que es
agredido ceda ante la amenaza de agresión o la agresión misma.
Estos elementos están frecuentemente presentes en
familias con violencia intrafamiliar, aún cuando nunca se haya expresado una
agresión física abiertamente.
Todos estos elementos nos permiten detectar relaciones a punto del
desequilibrio, que deben ser tratadas por psicólogos u otros especialistas en
el tema (Terapeutas familiares, Asistentes Sociales y/o médicos).